En las islas de Hawaii uno puede disfrutar de cientos de lugares espectaculares. La lista es interminable. Pero pocos hay que superen la mística de conducir por la carretera de Hana. Son casi 100 kilómetros, 59 puentes (casi todos de 1 solo carril) y más de 600 curvas, que perfilan la escarpada costa del noroeste de Maui. Todo hasta llegar a la última frontera de Hawaii: la población de Hana, donde se encuentra uno de los mejores alojamientos de estas increíbles islas: el Travaasa Hana. Requiere su tiempo conducir hasta aquí, puesto que esta carretera está salpicada de infinitas atracciones. Todo ello serpenteando un paisaje lleno de cascadas, acantilados, selvas tropicales, bosques de bambú, playas de arena volcánica, increíbles vistas, olas míticas, iglesias, jardines, etc.  

Cuando uno llega a Hana, tiene la sensación de que está en el fin del mundo. Una tranquila población, en lo más remoto de estas islas. Y la recompensa mayor es poder alojarse en el lujoso Travaasa Hana.  

 

El resort está rodeado de palmeras y exuberantes jardines y cuenta con dos piscinas de grandes dimensiones. Una de ellas con vistas al salvaje océano pacífico. Después de conducir durante horas  para llegar hasta aquí, pocas recompensas hay mejores que darse un baño y después, tumbarse al sol. Y a continuación tomar una fresca bebida de frutas tropicales, mientras la brisa del mar acaricia nuestro cuerpo. Relax total.  

 

Lo más recomendable es alojarse varios días para poder disfrutar de todos los encantos que hay cerca del hotel: tubos de lava, playas de arena roja y de arena negra, el Pi’ilanihale Heiau (el mayor templo de toda Polinesia), jardines botánicos, la famosa Hamoa Beach (considerada una de las playas más bonitas de todo Hawaii), practicar surf, montar a caballo, tomar clases de yoga, disfrutar del spa, ir de pesca, trekkings o simplemente pasear tranquilamente por el pueblo, etc. Hay actividades para todos los gustos. Y si no la encuentras, el resort la encontrará por ti. Es imposible aburrirse. Y si uno quiere, también puede simplemente dejarse llevar mientras las horas y los días pasan. El mundo queda muy lejos de aquí.

Una amabilidad y hospitalidad única en estas islas, al servicio de los clientes, es parte del encanto del Travaasa Hana.  

 

Para desayunar, almorzar o cenar, nada como disfrutar de las fabulosas vistas del ’The Preserve Kitchen & Bar’. Desde la mesa uno tiene la vista clavada en la Bahia de Hana y en las palmeras que rodean el lugar. La puesta de sol, sólo hace que mejorar la experiencia. Música hawaiiana en directo acompaña las cenas. Todo muy romántico.

Aquí no hay habitaciones de hotel, sino enormes suites y bungalows (cottages) dispersados en los enormes jardines. Con o sin vistas al oceáno, pero todos con una enorme terraza y el famoso pan de banana como detalle de bienvenida.  

 

El tiempo aquí pasa volando y uno se despide de este lugar, contando los días que quedan para regresar a este lugar de ensueño. Mahalo, Travaasa Hana.